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domingo, 4 de mayo de 2014

Goat Simulator: hora de hacer el cabra (I)

Lo que empezó como una simple demo gráfica con la que los suecos Coffee Stain Studios se echaban unas risas en el trabajo, experimentando con las herramientas físicas de Unreal y PhysX, ha acabado convirtiéndose en un fenómeno entre los usuarios de Steam. Los propios creadores de Goat Simulator, desde su página web, reconocen que se trata de un juego “roto y estúpido” y que merecería más la pena invertir los 10 euros que cuesta en “un hula hop, un montón de ladrillos o una cabra real”. Pero eso no ha detenido a un montón de usuarios de PC, que se lo están pasando en grande experimentando con este pequeño sandbox protagonizado por una cabra.
Goat Simulator. Análisis para PC.



Desde luego, no estamos ante el primer juego protagonizado por un bicho (a la memoria me viene aquel Dog’s Life de PlayStation 2 o el mítico Mr. Moskeeto). Lo que hace diferente a Goat Simulator es su desparpajo, por no decir desfachatez, y la absoluta libertad que nos ofrece a la hora de hacer “el cabra” por un pequeño escenario repleto de chuminaditas con las que interactuar. A través de un control semejante al de un FPS, daremos rienda suelta a nuestra capacidad para hacer el mal, no sólo a base de coces y cornadas, sino utilizando la pegajosa lengua de la cabra para atrapar cualquier elemento del escenario: desde personas hasta herramientas, otras cabras y, por supuesto, personas.
El escenario es pequeño, al menos para los cánones de un sandbox, pero está repleto de posibilidades. Podremos reventar una manifestación o una barbacoa familiar, demoler una gasolinera (con guiño a Michael Bay incluído), agarrarnos con la lengua a un coche que se dedica a hacer derrapes en mitad de un sembrado, o trepar a lo más alto de una grúa de construcción para intentar engancharnos a un ala delta que sobrevuela el escenario a cientos de metros de altura. El único límite es tu imaginación.
Goat Simulator. Análisis para PC.
Lo mejor de Goat Simulator es descubrir por uno mismo todas las sorpresas que Coffee Stain Studios ha ocultado en el juego. Sólo diré que hay un Castillo de Cabras (la llave para hacer llover ovinos del cielo) y un anillo satánico en el que hacer sacrificios. De hecho, la propia web del juego conduce a una "Wikipedia" donde descubrir todos esos secretos, para aquellos que no tengan la suficiente paciencia (o el estómago, según se mire) para echarle horas a un “juego” tan desternillante como atípico. Y sí, hasta hay un Flappy Bird jugable. A ver si sois capaces de encontrarlo.
Hay gente que ya corona a Goat Simulator como uno de los GOTY de este 2014, y otros que no dudan en catalogarlo de auténtica bazofia. Y tampoco se les puede culpar por ello: el argumento es inexistente, sus gráficos son terribles y el único objetivo del juego es hacer el chorra y sumar puntos, realizando distintas acciones como si se tratara de un Tony Hawk. Sólo que en lugar de premiarte por realizar ollies y grinds, aquí los puntos se multiplican por acciones tan peregrinas como agarrar un hacha con la lengua y zurrar a los viandantes. O realizar el salto más largo desde el tobogán de una piscina, utilizando para ello otro de los recursos de la cabra protagonista: la habilidad para convertirse en un pelele, un rag doll, con sólo apretar una tecla (o un botón, dependiendo de si juegas con teclado o mando). Por supuesto, también hay una tecla para berrear, en aras del espectáculo ovino.
La absoluta desvergüenza de Coffee Stain Studios queda patente en acciones como trepar por una escalera (ni siquiera se han molestado en incorporar una animación que muestre a la cabra moviendo las patas) o el irreal, y tronchante, movimiento del cuello del bicho cada vez que tropieza con una pared o un objeto. Todo ello amenizado con una banda sonora que parece firmada por Emir Kusturica.
Goat Simulator. Análisis para PC.

Pagar 10 euros por semejante “juego” puede parecer un insulto, sobre todo porque da la impresión de no ofrecer mucho más allá de las cuatro carcajadas iniciales. Bueno, ahí es donde entra en liza la imaginación y la habilidad del resto de usuarios de Steam, ya que Coffee Stain Studios ha incorporado un editor (con las mismas herramientas con las que crearon el juego) desde el cual es posible diseñar todo tipo de contenidos para el juego. Algo así como un LittleBigPlanet pero en cafre. De hecho, las primeras creaciones de los usuarios (entre las que destaca una cabra explosiva y una suerte de pinball) no pueden ser más prometedoras.
Analizar un juego como éste es un placer, pero puntuarlo es harina de otro costal. Algunos lo adorarán y otros se llevarán las manos a la cabeza mientras proclaman a los cuatro vientos el desastre al que se encamina la industria de los videojuegos por dar cabida a productos semejantes. Está claro que en el catálogo de Steam hay toneladas de juegos (de verdad) infinitamente superiores por 10 euros (y ya no hablemos en periodo de rebaja), pero sinceramente, prefiero un desmadre como este a un “simulador de cabra” al uso. Pastar, balar y subir una escalera al ritmo que marcan unos zíngaros no es mi ideal de diversión. Es mucho mejor reventar una gasolinera con los cuernos y hacer surf sobre el asfalto, con la lengua enganchada a un camión. En eso creo que todos estaremos de acuerdo.
Que Goat Simulator haya llegado al mercado el 1 de Abril (April Fools' Day, el día de los inocentes para los anglosajones) no puede ser una casualidad. Lo que tenemos en las manos, más que un juego al uso, es una auténtica broma. De ti depende soltar los 10 euros que cuesta y formar parte del cachondeo de encarnar a una cabra en un entorno plagado de bugs gráficos. Y no esperes que sus desarrolladores los arreglen en una futura actualización. Los bugs son el alma de Goat Simulation. El peor juego del año, o el mejor, según se mire. Si se le puede llamar “juego”, claro.

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